Laura sufrió hace un año un gravísimo accidente, que le llevó a perder la memoria de quién era y a qué se había dedicado. Con el cariño de Carlos, un médico que la atendió desde el primer día y del que se enamoró, va saliendo adelante en la vida. Tiene como único recuerdo una postal en mal estado, de un rincón de Galicia. Para intentar encontrarlo, la pareja decide hacer el Camino de Santiago, en la parte gallega. Pero en Triacastela, el primer pueblo donde paran, Carlos es secuestrado, y Laura recibe en su móvil una llamada en la que le exigen, si quiere volver a ver a su novio, que robe los huesos del Apóstol Santiago.
Autor: Manel LOUREIRO – Editorial: PLANETA. Barcelona, 2022 – Páginas: 504 – Género: Thriller – Público: General
Ya estaba yo echando de menos
alguna novela interesante cuya acción se desarrollara durante el Camino de
Santiago; sobre todo en este Año Santo. Y quizá sin pretender que coincidiera
en el tiempo, Manel Loureiro (Pontevedra, 1975) lo ha conseguido este año, en
la que es, al menos para mí, su mejor novela hasta ahora. Y mira que tiene
novelas muy buenas.
El autor pontevedrés cuenta, en los agradecimientos del libro, que tiene un gran recuerdo de sus años transcurridos en Santiago durante los estudios, y que cuando empezó a escribir siempre soñó con que una de sus novelas se desarrollara en la capital de Galicia. Muchas de sus novelas anteriores ocurren allí, pero ésta es la primera que tiene como centro Santiago de Compostela.
La que comienza como una novela de tipo costumbrista (una joven amnésica decide hacer el Camino de Santiago con su novio médico) se transforma enseguida en un poderoso relato de acción y misterio; mientras vamos conociendo lo que Laura va haciendo en la actualidad, el relato nos traslada a finales de los 80, a una niña secuestrada y trasladada a Rusia, a una operación secreta del servicio de inteligencia soviético, operación que se cierra violentamente con la caída del régimen comunista. Entre unas cosas y otras, Laura y otro grupo de personas van haciendo el Camino de Santiago.
Interesante apología del Camino, además, la que hace el autor, y creo que sin pretenderlo, no lo sé. Van haciendo la parte gallega del Camino francés, y los distintos miembros del grupo encuentran ese “algo” que todos los que hemos hecho este viaje reconocemos que hay en el recorrido; los que tenemos fe, como el que esto escribe o el señor Ferreiro de esta novela, sabemos que el Camino nos acerca a Dios; otros que no lo ven tan claro, simplemente aprenden a pensar y a conocerse a sí mismos. En todo caso, un acicate, en mi caso, para plantearme repetir en este Año Santo, quizá para coincidir con el Papa Francisco…
En todo caso, la novela es muy interesante. Está narrada con ese tempo de los buenos escritores, que saben describir paisajes y personajes sin cambiar el ritmo del relato, o más bien haciendo que formen parte de éste. Se crean caracteres muy interesantes, sobre todo los protagonistas principales: Laura, Zepeda, Mijaíl… Ni que decir tiene que el autor es un enamorado de Galicia, y el Camino se presenta de modo muy atractivo; y qué decir de la Catedral de Santiago, en el centro de la resolución final de la novela, el momento más alto de la misma. Y sus aledaños, que tampoco olvida. He pasado unas horas deliciosas leyendo a Manel Loureiro, una vez más. Espero que otros lectores disfruten lo mismo.
El autor pontevedrés cuenta, en los agradecimientos del libro, que tiene un gran recuerdo de sus años transcurridos en Santiago durante los estudios, y que cuando empezó a escribir siempre soñó con que una de sus novelas se desarrollara en la capital de Galicia. Muchas de sus novelas anteriores ocurren allí, pero ésta es la primera que tiene como centro Santiago de Compostela.
La que comienza como una novela de tipo costumbrista (una joven amnésica decide hacer el Camino de Santiago con su novio médico) se transforma enseguida en un poderoso relato de acción y misterio; mientras vamos conociendo lo que Laura va haciendo en la actualidad, el relato nos traslada a finales de los 80, a una niña secuestrada y trasladada a Rusia, a una operación secreta del servicio de inteligencia soviético, operación que se cierra violentamente con la caída del régimen comunista. Entre unas cosas y otras, Laura y otro grupo de personas van haciendo el Camino de Santiago.
Interesante apología del Camino, además, la que hace el autor, y creo que sin pretenderlo, no lo sé. Van haciendo la parte gallega del Camino francés, y los distintos miembros del grupo encuentran ese “algo” que todos los que hemos hecho este viaje reconocemos que hay en el recorrido; los que tenemos fe, como el que esto escribe o el señor Ferreiro de esta novela, sabemos que el Camino nos acerca a Dios; otros que no lo ven tan claro, simplemente aprenden a pensar y a conocerse a sí mismos. En todo caso, un acicate, en mi caso, para plantearme repetir en este Año Santo, quizá para coincidir con el Papa Francisco…
En todo caso, la novela es muy interesante. Está narrada con ese tempo de los buenos escritores, que saben describir paisajes y personajes sin cambiar el ritmo del relato, o más bien haciendo que formen parte de éste. Se crean caracteres muy interesantes, sobre todo los protagonistas principales: Laura, Zepeda, Mijaíl… Ni que decir tiene que el autor es un enamorado de Galicia, y el Camino se presenta de modo muy atractivo; y qué decir de la Catedral de Santiago, en el centro de la resolución final de la novela, el momento más alto de la misma. Y sus aledaños, que tampoco olvida. He pasado unas horas deliciosas leyendo a Manel Loureiro, una vez más. Espero que otros lectores disfruten lo mismo.
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