Continuación del libro La verdad sobre el caso
Harry Quebet. El autor, Marcus Goldman, vuelve a los parajes donde transcurre
su novela, y contacta de nuevo con el agente Perry Gahalowood. Mientras Goldman
se documenta sobre el asesinato de Alaska Sanders, con idea de escribir un
nuevo libro, surgen dudas relacionadas con el modo en que se llevó a cabo la
investigación, y, sobre todo, la pregunta: ¿Quién era en realidad Alaska
Sanders? Marcus y Perry vuelven a hacer equipo para reabrir el caso y solucionar
los posibles errores de la investigación, que quizá se cerró demasiado rápido.
Autor: Joël DICKER – Editorial: ALFAGUARA. Madrid, 2022 – Páginas: 592 – Género: Policíaca – Público: Adulto
Reconozco que adoro a Joël Dicker
(Ginebra, Suiza, 1985). He leído todo lo que se ha publicado, y nunca me ha
defraudado. Nunca. Quiero dejar esto claro antes de empezar esta reseña, para
que nadie se llame a engaño ni me acusen de ser partidista. Ya lo digo yo de
antemano. Lo soy.
La anterior novela del escritor
suizo, El enigma de la habitación 622, tuvo un éxito rotundo, comparable
a la no menos sorprendente La verdad del caso Harry Quebet. Cuando
reseñé la novela anterior comenté que me parecía que el escritor estaba utilizando
recursos muy similares, y que pronto los iba a agotar si no cambiaba de
registro. Y, para mi sorpresa, no me equivoqué.
En esta novela vuelve a
impersonar a Martin Goldman, el escritor que protagonizaba y narraba en primera
persona La verdad del caso Harry Quebet. Unos años después sigue sin
tener ninguna noticia de su amigo Harry, por lo que decide visitar de nuevo el
pueblo donde vivía para ver si alguien le puede dar información. Y contacta de
nuevo con Perry Gahalowood (ese gran amigo suyo, al que sigue llamando
“inspector” mientras el otro le llama “escritor”). No tiene noticias de Harry,
pero se le ocurre que Goldman podría escribir un libro sobre un asesinato
ocurrido once años antes en un pueblo cercano, y que fue el primer asesinato
que investigó Perry: el de una chica llamada Sanders. Cuando el escritor
comienza a documentarse, ve algunas lagunas en la construcción del caso; sobre
todo, no saben quién era en realidad Alaska Sanders, y tampoco queda claro el
motivo del asesinato.
Como decía, Joël Dicker ya no
vuelve a sorprender esta vez; ya conocemos sus novelas deconstruidas, sus
saltos en el tiempo hacia atrás y hacia delante… Cada capítulo lo es casi como
de una serie: te deja la miel en los labios para que no te quede más remedio
que seguir leyendo. La investigación da vueltas y más vueltas, y juega mucho
con el lector. Cuando parece que ya está todo resuelto, no está resuelto nada.
Y vuelta a empezar. Siempre de la mano de “inspector” y “escritor”.
Y sin olvidarnos de la vida de los
protagonistas. Goldman mantiene las dudas sobre su vida, sobre todo la parte
sentimental, donde no termina de asentarse. Le van apareciendo distintas mujeres
que le atraen, especialmente una policía con la que colabora, pero sigue
pensando… Las esporádicas apariciones de su mejor amigo le ayudan a orientarse,
pero… No es menos compleja la vida de Perry, no exenta de dificultades…
La novela tiene muchos
personajes, muchísimos, diría yo. Y todos están muy bien descritos, muy bien
definidos. Eso hace que la novela, bastante larga, no llegue a cansar nunca.
Porque es casi una novela dentro de otra, y otra dentro de ésta… Toda una
experiencia, siempre, leer a Joël Decker. Y ese final, que define lo que podrá
ser… ¿su próxima novela? En todo caso, deja abiertas muchas puertas, muchas
posibilidades de que nos deleite, más pronto que tarde, con una nueva novela de
los mismos protagonistas, investigando un incidente del que se habla muchas
veces en esta novela, pero sin que lleguemos a saber qué pasó…
Lo dicho: toda una experiencia,
leer a Joël Dicker. Sin duda ha sido mi novela del verano.
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