Julieta va a repetir curso, a sus once años. Por eso su madre, Guillermina, tras hablar con la tutora de la niña, decide pasar el verano con ella en su aldea de origen, La Sabina. Guillermina fue madre soltera con quince años, y sigue estando sin pareja, según ella porque su hija se lo hace imposible. En la Sabina Julieta pasará unos días muy especiales: disfruta de la vida sana y lenta de la aldea, y es muy feliz con los ancianos, de los que aprende a amar la naturaleza. También conectará con la infancia de su madre y aprenderá que en los pueblos no hay secretos, y la gente puede ser en ocasiones muy cruel. Conocerá, así, la historia de Emma, a la que en el pueblo acusan de adúltera… y al final del verano no querrá volver a la ciudad.
Autora: Elvira LINDO – Editorial: SEIX BARRAL. Barcelona, 2023 – Páginas: 272 – Género: Costumbrista – Público: General
Para mí, Elvira Lindo (Cádiz,
1962) es una escritora de libros infantiles. La conocía solamente por mi
querido Manolito Gafotas, el remedo patrio (salvando las diferencias)
del Pequeño Nicolás del admirado Sempé. En torno a mis treinta años, que fue
cuando se publicaron esos libros, recuerdo reírme yo solo a carcajadas con las
aventuras del joven de Carabanchel (Alto) y su familia. Por eso, al ver
recientemente que la escritora había publicado un nuevo libro, decidí hacerme
con él. ¿Defraudado? Tristemente, sí.
En primer lugar, es una historia
triste, narrada también de forma triste. Seguimos a Julieta, una niña de once
años, criada en la gran ciudad entre su madre (que lo fue con quince años), soltera, y su abuela recientemente fallecida. Ante los malos resultados
académicos de su hija, y las dificultades que está teniendo en su educación,
decide pasar el verano en la aldea donde nació, un lugar perdido en las
montañas de Teruel, llamado La Sabina. Allí Julieta conoce a unos cuantos
ancianos, se hace amiga de algunos niños (especialmente de Virtudes, una niña
que también pasa allí el mes de agosto), y de una extraña mujer que vive en un
pajar arreglado en medio del bosque.
Hasta aquí, que es más o menos la
mitad del libro, la primera parte, está bastante bien. Recuerda lo que han sido
las infancias de muchos de nuestra generación, en la aldea de los abuelos,
jugando con otros niños en la calle, con las abuelas sacando sillas a la fresca
en mitad de la calle por donde nunca pasaban coches. No deja de ser bastante
triste la relación de la niña con su madre, y cómo ambas tuvieron que madurar
muy deprisa, una dejando la infancia antes de tiempo para ocuparse de su madre
irresponsable, otra dejando la adolescencia sin vivir por haber tenido que
atender a una hija a los quince años. Pero se deja leer. Hasta que al final de
esta primera parte, y al momento de tener que regresar a la ciudad, la niña
tiene su primera menstruación. A partir de aquí el libro se viene abajo.
Porque no es que pierda calidad
ni contenido. No. Es sólo que se vuelve sucio, desagradable. Empieza a narrar, por un
lado, una triste historia de adulterio entre personajes que el lector había
conocido y querido en la primera parte del libro. Después, ampliamos el
conocimiento de los motivos por los que Julieta había tenido que madurar
demasiado pronto, y también por qué le empezó a ir tan mal en la escuela. El
relato se vuelve por momentos más y más escabroso. Hay escenas sexuales
explícitas, hay una relación homosexual también explícita que estropea una hermosa amistad, y
culmina con un episodio de abuso sexual a una menor, que pone la guinda al
libro. Qué pena de bonita historia de infancia con final infeliz, que podría
haber sido un cuento amable y se convierte en una experiencia grotesca y
desagradable.
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