En Florencia, a mediados del siglo XVII, el duque Cóssimo de Medici y su esposa tienen varios hijos. Una de ellas, Lucrezia, una niña indómita que acaba de cumplir trece años, es dada en matrimonio a Alfonso, Duque de Ferrara. En realidad la esposa debería ser María, hermana mayor de Lucrecia, pero murió poco antes del matrimonio. Pronto la niña, doce años más joven que su marido, comprueba lo que se espera de ella como esposa, y siente su libertad recortada. Además, se encuentra con una corte desconocida, comprueba las expectativas que tienen en palacio sobre ella, y empieza a conocer a su marido, un hombre atento al principio, pero que parece tener varias personalidades según a qué se enfrente, y un punto de crueldad que asusta.
Autora: Maggie O’FARRELL – Editorial: LIBROS DEL ASTEROIDE. Madrid, 2023 – Páginas: 400 – Género: Histórica, Costumbrista – Público: General
Este verano de 2023 fue para mí
fructífero en consejos acerca de buenos libros. Y una de las mejores
referencias la recibí de este Retrato de Casada, la novela de Maggie O’Farrell
(Coleraine, Irlanda del Norte, 1972) que se aupó a la lista de más vendidos en
su salida en marzo de 2023, y que toma pie de un hecho histórico para fabular
un retrato muy fidedigno del estado de la mujer en el siglo XVII, sin convertir
la novela en un monumento al feminismo ni mucho menos.
La propia autora, en el Colofón
del libro (así titula ese capítulo), nos informa de los datos históricos en los
que se basa, pero sobre todo nos hace ver que el personaje principal, Lucrezia,
tercera hija del duque Cóssimo de Medici, es en realidad un personaje inventado. Mejor, porque desde el capítulo
primero sabemos que la joven ha sido envenenada, y en el fondo hace sufrir al
lector pensar en el futuro de la joven. Una chica hosca a veces, no muy
agradable de trato, pero que acaba enamorando, de algún modo.
Lucrezia es la más distinta de
los hijos del duque de Medici. Una muchacha curiosa, que no quiere limitarse a su
papel de señorita de la época. Se escapa de su habitación para conocer las
entrañas del castillo de sus padres, le gustan mucho los animales, dibuja y pinta
de una forma que deja asombrados a sus maestros… Sus padres no saben qué va a
ser de ella. Pero ocurre la desgracia: ya se había concertado la boda entre la hermana
mayor de Lucrezia, Maria, y el duque Alfonso de Ferrara. Y unos meses antes
del matrimonio, la joven contrae una grave enfermedad pulmonar, que termina con
su muerte. Pasan unas semanas y en palacio se recibe una carta desde Ferrara: al anciano
duque le sigue mereciendo la pena la alianza entre las dos familias, por lo que
solicita para su hijo la mano de la joven Lucrezia, entonces de doce años.
Contra la voluntad de la niña, sus padres acuerdan el matrimonio, que se
realizará cuando Alfonso regrese de la guerra. Con lo cual, con quince años
recién cumplidos frente a los veintisiete de su marido, Lucrezia se convertirá
en duquesa de Ferrara.
Es muy interesante y profunda la descripción
que hace la autora de la vida de la época, probablemente muy estudiada por su
parte, con gran lujo de detalles. Y también, ¿cómo decirlo?, comprobar que quedaba
en parte a la voluntad de la mujer buscar su sitio en la relación. A este
respecto, la madre de Lucrezia (española por más señas) no era una mera figura
decorativa en el ducado de Medici, sino que era quien quedaba al mando en
ausencia de su marido, quien gobernaba la casa entera con mano firme, y a quien
su esposo comentaba y consultaba todos los temas relacionados con el gobierno.
Y eso habría conseguido su hija Lucrezia, si no fuera porque tuvo que casarse
siendo demasiado joven, y porque su marido (al contrario del Medici) era un
déspota que no dudó en mandar a su propia madre al exilio, y otras actuaciones
graves que me guardo. Esta novela, en mi opinión, supone una reivindicación de
las grandes mujeres históricas – también las de la época –, que fueron grandes figuras,
sin salirse de su sitio ni ser reconocidas.
Es una novela dura. La historia
es desagradable en algunos momentos, pero está escrita con gran delicadeza. Es
en parte “amor y lujo”, que dice mi cuñada Laura, pero también con algo de
tensión. Merece la pena.
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