Con ocasión de una exposición de fotografía
de su fallecida amiga Dina, tres mujeres de mediana edad, Keto (la narradora),
Nene e Ira, se reúnen para la inauguración en Bruselas. Todas ellas estuvieron
muy unidas en su adolescencia, que pasaron en la ciudad de Tbilisi, en Georgia,
país que se va desligando poco a poco de su pasado soviético, consiguiendo la
independencia, pero también en guerra con Abjasia, que a su vez quiere
separarse de Georgia. La vida de las cuatro muchachas es especialmente dura, en
una ciudad con frecuentes cortes de luz, falta de suministros de primera
necesidad, y con las calles en manos de diferentes bandas enemistadas. Parece
que la amistad entre ellas será eterna, pero va a ser continuamente puesta a
prueba.
Autora: Nino HARATISCHWILLI – Editorial: ANAGRAMA. Madrid, 2023 – Páginas: 720 – Género: Novela Histórica, costumbrista – Público: Adultos
Desagradable, la novela que acabo
de leer y me dispongo a reseñar. Extraordinaria y emotiva, sí, pero amarga, con
un punto de desesperanza que no te abandona, que te hace pensar de continuo que
la cómica Ley de Murphy se ha reflejado en la historia de estas cuatro mujeres,
durante su paso de la adolescencia a la madurez en una tierra castigada, como
es Georgia.
La autora de la novela, Nino Haratischwilli
(Tbilisi, Georgia, 1983), es ahora ciudadana alemana. Escribe tanto en georgiano
como en alemán. Su obra ha ganado varios premios internacionales, y su primera
obra traducida al castellano, La octava vida (para Brilka), al igual que
ésta de la que hablamos, narra la historia de Georgia a través de la vida de
otras personas. En la primera novela habla de todo el siglo XX, mientras que La
luz perdida se centra más en los acontecimientos de los años noventa del
siglo pasado, cuando Georgia se independiza de la URSS y entra en una guerra
civil que terminó en 1995 bajo el mandato de Shevarnadze, que fuera ministro de
Asuntos Exteriores con Gorbachov.
La novela comienza cuando Keto,
la narradora (que parece un remedo de la propia autora), llega a Bruselas para
asistir a la inauguración de una exposición de fotografías de su fallecida
amiga Dina. Mientras observa las imágenes, sobre todo las más antiguas, recuerda
las circunstancias en que fueron tomadas, sobre todo esa primera, cuando las
cuatro amigas del alma (Keto, Dina, Ira y Nene) se colaron en el jardín
botánico durante una noche. Lo que parece un recuerdo agradable se va
transformando, conforme avanza la situación del país desde la caída del muro,
en una especie de listado de reproches, según las cuatro amigas van
enamorándose de los muchachos a su alrededor. Excepto Ira, que es homosexual y
se ha enamorado perdidamente de Nene, que no corresponde a esa pasión.
Por esa época Georgia decide
independizarse de la URSS, pero el país no está preparado para la independencia
y enseguida estalla en guerra civil, para lucro de las distintas bandas de extorsionadores,
que son los únicos que garantizan la protección de los negocios y las personas
en Tbilisi. La amistad de las muchachas encontrará problemas cuando una se
enamora de un muchacho muy violento, otra del hermano de Keto, que decide
montar su propia banda mafiosa.
Hasta aquí todo parece difícil,
pero aceptable. No obstante, la autora enfrenta a las muchachas con las peores
circunstancias del estado del país. Por un lado, el lector observa que los
protagonistas son personas sin recursos morales ni personales – qué daño ha
hecho el comunismo en tantos países – para llevar una vida respetable, para
atender a los demás, para valorar la vida de las personas, y para entender el
amor más allá de la atracción sexual. Y conforme van sucediéndose los problemas
derivados de la guerra (especialmente los cortes de luz y la falta de suministros),
la amistad de las muchachas pierde fuerza, porque no saben qué hacer para
ayudarse unas a otras. De ahí la amargura que refiero al principio. Porque la
novela es extraordinaria, muy bien escrita, muy real. Es una epopeya
maravillosa. Alguno ha calificado a la autora como un nuevo Tolstoi, salvando
las distancias. Y creo que lo es. Pero me dejó tan mal sabor de boca…
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