El joven Diego de Soto,
hastiado del pésimo ambiente político del reino de España, decide embarcar con
una flota comandada por su admirado Elcano hacia la isla de Especiería. En el
camino, una fuerte tormenta provoca que el joven acabe arribando a Veracruz, y
de ahí sea trasladado a Tenochtitlán, la ciudad azteca que sometió Hernán
Cortés. Así, el joven ex-cronista consigue otra de sus mayores ilusiones,
conocer al conquistador que está en boca de todos en España. Pero pronto su
admiración por él empieza a transformarse en sospecha, cuando le llega
información de una posible traición de Cortés a Carlos V, y una serie de
asesinatos, quizá ordenados por Cortés, le afecten personalmente.
Autor: Tony GRATACÓS – Editorial: DESTINO. Barcelona,
2024 –
Páginas: 768 – Género: -Novela Histórica – Público: Adultos
Ésta es la segunda novela
histórica que publica Tony Gratacós (Barcelona, 1967), periodista y escritor catalán.
Ya reseñamos en su día la primera, Nadie lo sabe, que comparte con
la anterior no solamente el verbo del título, “saber”, sino incluso protagonista
y, por tanto, época histórica. Vuelve así Diego de Soto, aprendiz y cronista
del Reino de España, un joven castellano de humilde cuna que por su inteligencia
y su capacidad de trabajo consiguió un lugar de privilegio para conocer de
cerca y narrar, en el caso de su la novela anterior, la hazaña de Juan
Sebastián Elcano de dar la vuelta al mundo.
Ahora Diego de Soto, desencantado
de la política castellana y del nuevo monarca Carlos I, decide aceptar la
oferta de su amigo Elcano para viajar con una flota a la isla de Especiería –
archipiélago ahora conocido como Islas Molucas, en la actual Indonesia –, con el
objeto de abrir nuevas rutas para el comercio del imperio español. Pero al
pasar por el siempre peligroso estrecho de Magallanes, una inesperada tormenta
se adueña de la nave donde viaja el joven Soto, por lo que el capitán se verá obligado
a refugiarse cerca de la costa hasta poder poner rumbo este hacia la
Especiería. Un desafortunado golpe de mar dará con los huesos del pobre Diego mucho
más al norte, cerca de la ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio azteca recientemente
conquistada por Hernán Cortés y los quinientos hombres que le acompañaban. Allí,
nuestro protagonista se verá de lleno metido en los dimes y diretes que rodean
al conquistador extremeño, siempre al filo de la navaja por su forma de actuar
y porque para muchos parecía un traidor al rey español. Además, ¿qué pasó con
el famoso oro de Moctezuma?
Tengo que reconocer dos cosas con
respecto a la novela, no muy positivas. La primera es que el giro del argumento
y el rumbo – nunca mejor dicho – que tiene que tomar la novela, o más bien el barco
donde navega Diego de Soto, para llegar hasta América del Norte… O poco recuerdo
yo de mis estudios de geografía, o me resulta casi imposible de creer. Que tras
cruzar el Estrecho de Magallanes, una nave que se dirige al Este llegue hasta México
casi por casualidad, me resulta muy difícil de creer. La verdad, me costó
digerir esa parte.
Por otro lado, como ya me había
parecido en la primera novela, Gratacós es un escritor un tanto premioso, lento
al hacer avanzar la historia. Y eso que a mí me ha admirado siempre mucho la
figura de Hernán Cortés, y leo casi todo lo que sobre él cae en mis manos. Pero
se recrea en la suerte, una y otra vez, le da muchas vueltas al pensamiento de Diego
de Soto, e igualmente se extiende en la descripción de los lugares y los
personajes, tanto que en ocasiones el libro se me ha hecho aburrido.
Estos son los dos inconvenientes
que le he encontrado a la novela. Todo ello, una vez superada la primera mitad
y acostumbrados a la parsimonia del escritor, se convierte más adelante en una
brillante exposición de por qué a Hernán Cortés le llegaron a tener tanta
tirria en la corte de Toledo, aun cuando, como él mismo expuso al rey, le dio a
Carlos I casi tantas tierras como heredó de sus padres. El juicio a Hernán Cortés
está muy inteligentemente tratado. Eché un poco de menos la importancia de doña
Marina, o Malinche, en la vida del conquistador; aparece, pero casi como una
mera traductora.
En todo caso, el autor, como hizo
en su novela anterior, explica en un capítulo final que no da referencias sobre
la historia real, y ofrece su correo electrónico para que las pida quien las
quiera. En esta ocasión no lo he hecho, reconozco que acabé un poco cansado.
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