Sion y Rowenna son madre e hijo. Viven en Nebo, un
pequeño pueblo galés. Y viven absolutamente solos: por causa de un incidente
(El Fin, le llaman) han muerto o desaparecido todas las personas de su entorno.
Así llevan varios años. Sion ya tiene catorce, ha madurado deprisa por
necesidad, tiene además una hermana pequeña, y comienza a escribir un diario,
junto con su madre, para contar entre los dos el día a día que están viviendo.
Autora: Manon Steffan ROS – Editorial: SEIX BARRAL. Barcelona, 2021– Páginas: 176 – Género: Distopía – Público: General
Breve, sencillo e interesante libro, escrito por la joven Manon Steffan Ros (Gales, 1983), guionista y escritora especializada en
novelas y cuentos para niños. Este es su último libro, publicado en 2018, con
el que ha ganado varios premios en su Gales natal.
El libro azul de Nebo es,
en realidad, una libreta de cubiertas color azul, que Rowenna, la madre de
Sion, ha encontrado en la localidad de Nebo, y que regala a su hijo. Entre los
dos toman la decisión de que van a empezar a escribir ambos un diario que
cuente cómo viven y qué piensan; eso sí, ambos se comprometen a no leer lo que
escribe cada uno.
Pero es que ambos viven en una
realidad distinta de la nuestra. Cuando Sion tenía seis años, ocurrió un evento
(lo llaman El Fin), por el que madre e hijo se quedaron solos en el pueblo. Sin
electricidad, ni agua, ni ninguna de las comodidades de la actualidad. Tienen que
conseguir sus propios alimentos, sembrando plantas y cazando para poder tomar
carne. El niño solamente había aprendido a leer, y no muy bien… Además, estando
ellos solos, ella da a luz una niña. Y Sion ya había aprendido de dónde venían
los hijos, por lo que ¿cómo puede ser que, estando solos los dos, su madre
quedara embarazada…?
Es muy interesante el comienzo de
la novela, en mi opinión. La autora plantea una serie de interrogantes de forma
atractiva, en esa especie de diálogo y no-diálogo entre madre e hijo que supone
la escritura a cuatro manos de un diario. Y va cerrando los interrogantes con serenidad
e inteligencia. Pero – quizá por la brevedad de la novela – las soluciones no son
tan interesantes. O, más bien, no es nada especialmente misterioso. Y es que no
es ése su fin.
Claramente, la autora quiere
escribir sobre la fuerza de la palabra escrita: cómo el niño aprende tantas
cosas, a base de leer. La lectura es su actividad de recreo básica. Lectura,
sobre todo – nobleza obliga – de las novelas claves de la cultura del País de Gales,
citadas y explicadas en notas al final del libro. Es significativo que los
libros son las primeras cosas que la madre rescata cuando prevé que puede venir
El Fin.
Mención aparte merece el personaje
del niño, Sion, claramente un muchacho ejemplar, el hijo perfecto. Desde muy
niño entiende su responsabilidad, y hace todo lo que puede por ayudar a su madre,
y después a su hermana. Aprende a cazar, a sembrar, a hacer fuego, todas las
habilidades necesarias. Al tiempo que lee, y lee mucho. Merece la pena significar
que, aunque su madre es atea, él encuentra la Biblia y se considerará cristiano;
una manera más de exponer la fuerza de la palabra escrita. La madre, Rowenna,
me parece un personaje con menos recorrido.
Y la novela… Me dejó con ganas de
más, de mucho más. Demasiado corta, en mi opinión.
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