En un pequeño pueblo de Guipúzcoa, Oñati, cerca
del conocido santuario de Nuestra Señora de Arántzazu, aparece el cadáver de
una mujer, horriblemente mutilado. La UHI (Unidad de Homicidios de Impacto) se
traslada a la hospedería del santuario para empezar la investigación. Los
cuatro detectives comienzan a interrogar a los vecinos, y a conocer las
circunstancias del homicidio, que tiene aspecto de obedecer a un antiguo rito,
con un cierto parecido a las esculturas de los apóstoles que Oteiza realizó
para la fachada de Arántzazu. La aparición de otro cadáver les hace pensar que
están ante un asesino en serie.
Autor: Ibón MARTÍN – Editorial: PLAZA & JANÉS. Barcelona, 2023– Páginas: 464 – Género: Thriller – Público: General
Ésta es la tercera de las novelas
de Ibón Martín (San Sebastián, 1976) protagonizadas por Ane Cestero, la
inspectora vasca. Aunque esta vez es menos personal sobre la mujer, y más sobre
toda la UHI, o Unidad de Homicidios de Impacto de la Ertzaintza, esa unidad
peculiar que inventó con La danza de los tulipanes y continuó con La hora de las gaviotas.
Como buen profesional, ha mejorado en esta tercera novela los registros
anteriores, en mi opinión, dejando de lado el trazo grueso para afinar en las
descripciones y en los personajes.
La acción, como en todas las
novelas del autor, transcurre en un lugar del Euskadi profundo. En este caso,
en la localidad de Oñati (Oñate, en castellano), en cuyo municipio se encuentra
también el conocido santuario de Arantzazu. En la localidad hay una ermita dedicada a San Elías, junto a la cueva de Sandaili y, en la cueva, una bañera de piedra en cuyas aguas se sumergían, desde tiempos
inmemoriales, las mujeres de la zona para quedarse embarazadas. Y donde
aparece, al principio de la novela, el cadáver de una mujer que solía bañarse
allí. El cuerpo aparece horriblemente mutilado, como si se tratara de algún
tipo de ritual sanguinario, por lo que los cuatro detectives de la UHI se
trasladan a Oñati. Residirán en la hospedería de Arantzazu. Un segundo
asesinato les hace pensar que quizá la disposición del Apostolado de Oteyza de
la fachada del santuario puede tener que ver con lo que está haciendo el
asesino…
En primer lugar quiero decir que
el País Vasco me gusta mucho, mucho. Yo mismo he pasado
temporadas pateando sus rincones. Pero en la pluma de Ibon Martín cada
rincón encuentra su historia, sus bellezas, su mitología… Aconsejo leer el
libro cerca de cualquier dispositivo que te permita ver los lugares que
describe, y sobre todo la nueva basílica de Arantzazu. Que a mí me parece
horrible, no lo voy a negar, pero que ocupa un lugar importante entre los
monumentos de Guipúzcoa, especialmente dentro del arte religioso del siglo XX.
Las esculturas de la fachada, del escultor vasco Jorge de Oteiza (que formó
parte de la Escuela Vasca de Escultura, como el mismo Chillida, autor de la
puerta de la basílica) son fundamentales para conocer cuál es el objetivo del asesino.
En esta novela los personajes
toman un mayor calado. Sí, está Ane, a la que ya conocíamos, pero que ya no es
la mujer caprichosa de la novela anterior, sino alguien más maduro y profundo.
Julia, su compañera, tiene – en mi opinión – más protagonismo esta vez, y su
historia de vida, antes sólo atisbada, ahora nos llega más adentro. Los
compañeros varones – el jefe Madrazo y Aitor – tienen menos recorrido; al menos
Aitor es un personaje normal (casado, enamorado de su mujer, padre de familia y
tal); porque a veces, en la novela negra, es tan difícil encontrar un personaje bueno...
No es necesario leer los libros
anteriores para entender éste. Podemos empezar por aquí; creo que es el mejor
de la saga, de la que seguramente nos espera una cuarta novela en un par de
años.
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