La joven alemana Charlotte Pauly se traslada a Gran Bretaña para convertirse en la institutriz de Emily, una niña de ocho años, cuya madre ha desaparecido trágicamente poco tiempo atrás, y que vive con su padre en la vieja casona familiar. Además de enfrentarse a sus nuevas responsabilidades en un país que no conoce, la joven tendrá que lidiar también con las particularidades de su pupila: una niña encantadora y muy inteligente, pero que aún no ha superado la muerte de su madre, a la que, de hecho, dice ver en algunas ocasiones. Su padre no sabe qué hacer para ayudarla, por lo que decide contactar con un amigo, que le pondrá en contacto con una sociedad que investiga acerca de fenómenos sobrenaturales y espíritus.
Autora: Susanne GOGA – Editorial: SUMA. Barcelona, 2019–Páginas: 496 – Género: Thriller – Público: General
Me llega esta novela casi de
casualidad, y me ha resultado una historia interesante. Hacía tiempo que no leía una de esas novelas femeninas, tipo las de las hermanas Brönte (sobre
todo la muy conocida Jane Eyre), o las más actuales de la joven australiana
Kate Morton. Y ésta, si bien no es de tanta calidad, sí resulta una novela
interesante y agradable de leer.
Empezamos. Susanne Goga-Klinkenberg
(Mönchengladbach, Alemania, 1967) es una reputada traductora literaria, que
recientemente ha empezado a escribir. Su primera novela data de 2012, siendo
ésta la segunda. La tercera se publicó en castellano el año pasado. Le gusta
ubicar sus libros en épocas históricas, y se le nota especialmente cómoda en la
Inglaterra victoriana, donde sitúa esta novela, si bien la protagonista es
alemana, como la propia autora.
Charlotte es una joven maestra y
se acaba de colocar como institutriz de una niña inglesa, Emily, para lo que
debe viajar ella sola a las islas. Al llegar a Chalk Hill, la vivienda
familiar, descubre que la pequeña ha perdido recientemente a su madre en
circunstancias de las que nadie habla. Conforme va conociendo mejor a su
alumna, empieza a descubrir pequeños misterios, que eclosionan la primera vez
que descubre que la niña se despierta con sueños verdaderamente vívidos en los
que afirma ver a su madre. El padre de Emily decide acudir a una sociedad que
investiga fenómenos paranormales, intentando descubrir si está teniendo alguna
visión de algún espíritu.
La premisa puede parecer
inquietante. Toda la novela se basa en el misterio. Primero, porque
desconocemos qué fue lo que le pasó a la madre de la niña, igual que no sabemos
por qué el padre viudo prohíbe terminantemente hablar de su fallecida mujer.
Después, los extraños ruidos de la casa, la aparición de diferentes personajes,
algunos muy peculiares (como la antigua niñera de la difunta, una mujer que ha
perdido la cabeza, pero en cuyas palabras puede haber algo de verdad; y el
resto de los habitantes de la aldea, que esquivan la verdad casi
continuamente…). Y no digamos cuando toma protagonismo la sociedad de
investigación de fenómenos paranormales, y hacen acto de presencia los médiums.
Pero… Hay dos peros. En primer
lugar, para mí, el misterio nunca toma alas propias. Esto es, no me resulta ni
profundo ni interesante. Creo que, desde el primer minuto, me di cuenta de cuál
era el truco del argumento. Sin que hiciera nada por investigarlo o pensara en
la crítica del libro, simplemente me pareció que quedaba bastante claro lo que
había pasado y cómo se resolvería, al menos en parte. Y que una novela se
titule “misterio” y no sea tal… decepciona. Y después, la novela transcurre
demasiado lenta. Se nota escrita por una mujer, se detiene en todos los
detalles de vestimenta, en todas las plantas del jardín y en todos los colores
de la decoración. Es entretenido, pero a veces un poco largo. Y si ya el
misterio no te había parecido tal…
En suma, me lo he pasado bien,
pero sinceramente esperaba más.
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