Finalista premio Planeta 2021.
En 1918, mientras huían de Moscú por los estragos de la revolución soviética, la familia del niño Yuri Santacruz (padre español, madre rusa) queda dividida: su madre y su hermano Kolia no logran tomar el tren, y se quedan en la capital rusa. Veinte años después Yuri trabaja en Berlín, en la embajada española. Allí vive la llegada de Hitler al poder absoluto y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que traba amistad con sus vecinos, de diferentes clases e ideologías, continúa buscando a su madre y hermano, y se enamora.
Autora: Paloma SÁNCHEZ-GARNICA – Editorial: PLANETA. Barcelona, 2021– Páginas: 680 – Género: Costumbrista – Público: General
La novela finalista del Premio Planeta
2021 es verdaderamente una historia asombrosa. Quizás alguien me pueda
argumentar que ya hemos visto muchos relatos sobre el nazismo, la violencia de
las guerras, Alemania en la Segunda Guerra Mundial… Pero este nuevo
acercamiento que ha inventado la escritora me parece moderno, valiente, y muy
atractivo.
Reconozco que lo que he leído de Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) siempre me ha gustado mucho, y que es la autora de Las tres heridas, una novela de reconciliación y de amor después de la Guerra Civil española, para mí uno de los mejores libros en castellano de la última década. La sospecha de Sofía, su libro anterior, me pareció muy flojo, la verdad. Sé que tuvo éxito, posiblemente a rebufo del nombre de la autora. Pero con Últimos días en Berlín creo que recuperamos a la mejor Sánchez-Garnica.
Un diplomático español afincado en Moscú, en tiempos del último zar, se enamora y contrae matrimonio con una bella muchacha rusa, de familia bien situada. La revolución bolchevique convierte su vida en miserable, por lo que deciden huir a España. A punto de tomar el último tren posible, niegan el visado a la esposa, que pide a su marido que huya con los niños. El mayor de ellos, Yuri, crece enemistado con su padre, porque piensa que pudo hacer más por recuperar a su madre, a lo largo de los años. Ese rencor le lleva a independizarse muy joven, y por su conocimiento de idiomas consigue un trabajo en la embajada española en Alemania, desde donde cree que le será más sencillo llegar a Moscú. Claro que tampoco contaba con que estallaría la Guerra Civil en España, ni después la guerra mundial.
Sánchez-Garnica plantea la novela como una historia de familia, al principio, que se transforma posteriormente en una historia de amor. Yuri, el protagonista, no es un sujeto virtuoso, el perfecto yerno. No, es rencoroso y egoísta, pero entiendes sus razones y empatizas pronto con él. Sobre todo cuando la vida y las dificultades que vive en Berlín hace que su corazón se ablande, encontrando en su casera el amor de madre que no pudo disfrutar, sufriendo como habitante de Alemania los primeros embates del joven Hitler y la caída de la sociedad alemana.
Evidentemente, la novela es crítica con el nazismo, por los motivos que entendemos todos. Pero también critica, y mucho, el comunismo y el imperio soviético, con las atrocidades de Stalin. Recoge la novela una extensa conversación entre Yuri y uno de sus amigos, Axel, comunista convencido, que no tiene desperdicio. Y la vida del protagonista en Rusia, antes y después, muestra la tremenda mentira de la sociedad comunista de la época (anterior, y en algunos sitios también actual).
Es importante indicar que la novela es violenta en algunos momentos, sobre todo cuando narra algunas de las atrocidades cometidas por los soldados del bando conquistador sobre los territorios ocupados, que por desgracia se aprovechan de las mujeres que quedan detrás, muchas veces con violencia. No obstante, superado eso, la novela es muy buena. Muy, muy buena. De verdad. Cómo me alegro de la vuelta de la mejor Sánchez-Garnica. La he echado de menos.
Reconozco que lo que he leído de Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) siempre me ha gustado mucho, y que es la autora de Las tres heridas, una novela de reconciliación y de amor después de la Guerra Civil española, para mí uno de los mejores libros en castellano de la última década. La sospecha de Sofía, su libro anterior, me pareció muy flojo, la verdad. Sé que tuvo éxito, posiblemente a rebufo del nombre de la autora. Pero con Últimos días en Berlín creo que recuperamos a la mejor Sánchez-Garnica.
Un diplomático español afincado en Moscú, en tiempos del último zar, se enamora y contrae matrimonio con una bella muchacha rusa, de familia bien situada. La revolución bolchevique convierte su vida en miserable, por lo que deciden huir a España. A punto de tomar el último tren posible, niegan el visado a la esposa, que pide a su marido que huya con los niños. El mayor de ellos, Yuri, crece enemistado con su padre, porque piensa que pudo hacer más por recuperar a su madre, a lo largo de los años. Ese rencor le lleva a independizarse muy joven, y por su conocimiento de idiomas consigue un trabajo en la embajada española en Alemania, desde donde cree que le será más sencillo llegar a Moscú. Claro que tampoco contaba con que estallaría la Guerra Civil en España, ni después la guerra mundial.
Sánchez-Garnica plantea la novela como una historia de familia, al principio, que se transforma posteriormente en una historia de amor. Yuri, el protagonista, no es un sujeto virtuoso, el perfecto yerno. No, es rencoroso y egoísta, pero entiendes sus razones y empatizas pronto con él. Sobre todo cuando la vida y las dificultades que vive en Berlín hace que su corazón se ablande, encontrando en su casera el amor de madre que no pudo disfrutar, sufriendo como habitante de Alemania los primeros embates del joven Hitler y la caída de la sociedad alemana.
Evidentemente, la novela es crítica con el nazismo, por los motivos que entendemos todos. Pero también critica, y mucho, el comunismo y el imperio soviético, con las atrocidades de Stalin. Recoge la novela una extensa conversación entre Yuri y uno de sus amigos, Axel, comunista convencido, que no tiene desperdicio. Y la vida del protagonista en Rusia, antes y después, muestra la tremenda mentira de la sociedad comunista de la época (anterior, y en algunos sitios también actual).
Es importante indicar que la novela es violenta en algunos momentos, sobre todo cuando narra algunas de las atrocidades cometidas por los soldados del bando conquistador sobre los territorios ocupados, que por desgracia se aprovechan de las mujeres que quedan detrás, muchas veces con violencia. No obstante, superado eso, la novela es muy buena. Muy, muy buena. De verdad. Cómo me alegro de la vuelta de la mejor Sánchez-Garnica. La he echado de menos.
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