En el París de los
locos años 20, dos jóvenes de los bajos fondos parisinos dedican su tiempo a la
fiesta y a posar para los pintores que llenan las calles de la ciudad. Son Kiki
de Montparnasse y Alice Humbert. Kiki tiene como lema disfrutar de la vida, que
es corta, sin parar; Alice es un poco más sensata, y quiere trabajar para sacar
adelante a sus hermanos. Tuvo un novio, Ërno, que se volvió a los Estados
Unidos, y antes de irse le regaló un local, donde la muchacha instala una
pequeña tienda de moda femenina. Poco a poco va saliendo adelante, aunque su
corazón sufre y pena por el caballero que perdió, con quien le habría gustado
casarse. Hasta que en las Olimpiadas de 1924 conoce a un nadador polaco,
Alexander, del que se enamora.
Autor: Máximo HUERTA – Editorial: PLANETA. Barcelona, 2024 – Páginas: 472 – Género: Novela romántica – Público: Adultos
Ya había comentado aquí el anterior
libro de Maxìm Huerta (Utiel, Valencia, 1971), esa breve maravilla que se llama
Adiós, pequeño, con la
que tanto había disfrutado. Por eso, en cuanto salió esta novela parisina, me
hice con ella, para ver si era flor de un día, o el autor es tan bueno como
parece. Y tengo que decir que, de alguna manera, diría que las dos cosas. Huerta
es un grandísimo escritor, sus novelas tienen gran calidad y te atrapan por
sencilla que sea la historia; pero esta novela no me dejó con ganas de más.
Como me pasa algunas veces, empiezo a escribir la reseña sin saber si al final
mi crítica será positiva o negativa; no sé qué va a pasar.
Estamos en París, en sus barrios
bajos, en los años 20, donde viven un montón de artistas que serán famosos en
el futuro, y ahora no lo saben. Conviven en lo más oscuro de la sociedad parisina
con todo tipo de personajes: contrabandistas, prostitutas, pobres de
solemnidad, huérfanos… Por allí deambulan dos muchachas con el mismo nombre,
Alice, aunque una de ellas se hace llamar Kiki. Las dos sobreviven posando
desnudas para diversos pintores, y regalando afecto – todo muy poético – a escritores,
escultores… Hasta que un día Alice, más sensata que Kiki, decide aceptar un regalo
de su exnovio (¿por qué se separaron?, con todo lo que se amaban, y lo que aún
pena por él la joven) e instalar una pequeña tienda de moda femenina, con la
que poder salir adelante tanto ella como sus dos hermanos más jóvenes, a su
cargo. Kiki, mientras tanto, quiere seguir viviendo su vida de salidas nocturnas
y compromisos breves, porque la vida es una sola y hay que vivirla.
Una vez asentados los personajes femeninos,
unos caracteres muy completos y bien trazados, la novela avanza en el año 1924,
que será el de los famosos Juegos Olímpicos de París (cien años antes de los
que tendrán lugar en la misma ciudad, este año). Y allí nuestra Alice – para entonces
ya es nuestra, porque es muy fácil quererla – se enamorará de un nadador
polaco, que compite, entre otros, contra el estadounidense Johnny Weismüller
(el Tarzán más mítico, antes de convertirse en actor). La vida de la muchacha
vuelve a sonreír en brazos del polaco, y todo va bien encaminado… Hasta que un
día, en una fiesta, se encuentra a Ënzo, el novio del que se había separado.
Màxim Huerta nos entrega una
novela romántica, ambientada en un momento convulso de la ciudad de París, a la
que se ve que el autor tiene especial cariño. Es muy interesante comprobar la
presencia de personajes cuya presencia ha llegado a nuestros días, desde Hemingway
o Scott Fitzgerald a André Citröen o Cocó Chanel. La historia personal de Alice
es una historia de superación personal, donde una joven de los bajos fondos
consigue salir adelante con empeño y horas de trabajo en un mundo muy
competitivo, hasta el punto de codearse con las mujeres más importantes de
París. En el terreno del amor es una mujer contradictoria, que no sabe amar y
lo dice, y no distingue atracción, deseo o amor. Sus relaciones dan lugar a dos
o tres escenas sexuales, narradas de forma poética, pero explícitas. Kiki tiene
la virtud de ser una gran amiga, que se preocupa por los demás; pero es
vividora, se da al alcohol y a las drogas, y al sexo sin ningún compromiso. Sus
apariciones son las que provocan el lenguaje más obsceno, y las conversaciones
menos correctas, que bajan varios grados el nivel de la literatura, por lo
demás, muy alto.
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