Un muchacho de diecisiete años, que narra toda la novela, se enamora de una chica de quince; pero ésta le dice que su verdadero yo no es quien él conoce, sino que está en otra ciudad, a la que deberá trasladarse si quiere saber cómo es ella. Casi resignado a perder a su amor, descubre de algún modo que la ciudad existe. Está rodeada de una muralla; en la ciudad, que no tiene nombre, hay unicornios, que al final del día salen al campo exterior. Para entrar a residir en la ciudad debe desprenderse de su sombra. La chica de la que se ha enamorado, que no le reconoce - es el verdadero yo de la que había conocido - trabaja en una biblioteca, y el narrador debe dedicarse durante el día a ser lector de sueños. Así hasta que, tiempo después, vuelve a su vida normal.
Autor: Haruki MURAKAMI – Editorial: TUSQUETS. Barcelona, 2024 –Páginas: 576 – Género: Fantasía, Novela Psicológica – Público: General
Haruki Murakami (Kioto, 1949)
ganó el año pasado su principal premio como escritor, el Princesa de Asturias
de las Letras. Más que merecido, en opinión de muchos, ya que este autor año
tras año es propuesto para el Nobel de Literatura, pero siempre alguien más
avispado le adelanta. No digo que sea el nuestro un premio de consolación, pero
al menos espero que sea antesala del que hasta la fecha es más importante. Aquí
reseñé en su día su obra anterior, Primera persona del singular, y ahora me dispongo a
intentar explicar qué es lo que se narra en éste. Y no es fácil.
Esta historia no tiene principio ni fin. Un muchacho de diecisiete años, que es quien la narra, ha conocido a
una joven de quince, de la que se enamora. Pero la muchacha – también de nombre
desconocido – le dice en una ocasión que ella no es, en realidad, más que la
sombra de otra que vive en otra ciudad; que si el chico quiere conocerla, debe
ir ahí. Pero a ese lugar no llega cualquiera: para eso tienes que cruzar sus
muros, donde hay un guardián que te exigirá que te desprendas de tu sombra para
entrar. Una vez dentro, el protagonista sabe que la chica trabaja en la
biblioteca, que no es tal, sino un almacén de sueños; y el muchacho trabajará
allí como lector de sueños. En esa ciudad nunca se escucha música, pero tampoco
se echa de menos. Hay unicornios, que entran en la ciudad durante el día, y se
recogen por la noche fuera de los muros inciertos.
Sinceramente, no sé qué ha querido
mostrar el autor con esta parte de la novela, que transcurre como en una fábula,
donde el lugar parece ser más bien una fantasía del autor, una ciudad… no sé si
triste, pero su única luz es, de algún modo, la presencia de la chica,
silenciosa y tímida, pero que es el amor de la vida del muchacho. No llegué a
entender de qué puede ser metáfora. Y no llegó a convencerme la historia.
Mucho más adelante, finalmente,
el protagonista lo pensará mejor y decidirá salir de la Ciudad. Comienza así la
segunda parte del libro, donde el muchacho se hace hombre, y llegará a superar
los cuarenta años y sufrir, como hemos hecho todos, un momento de crisis en su
vida, en el que decide dejar su exitoso trabajo en una editorial para retirarse
a un pueblo perdido en las montañas, y dirigir la biblioteca municipal. Vuelta
a una biblioteca, vuelta a los libros… Pero sin que el argumento tenga un
sentido, una fuerza, una dirección. Y es que la biblioteca de la Ciudad de muros
inciertos, como quedó apuntado, no tiene libros, sino sueños, así que no es equiparable…
Reconozco que el libro me
decepcionó, en tanto en cuanto no logré saber ni entender qué es lo que me
quería contar; y lo cierto es que no he sido el único. He leído otras críticas
de esta novela, y todas venían a referir lo mismo, esto es, que nadie sabe lo que
el maestro japonés nos quiso explicar. Posiblemente no querría más que contar
una historia que se le ocurrió hace muchos años (según dice en el epílogo), y
actualizarla. Si es así, lo ha conseguido. Y lo cuenta con una prosa deliciosa,
reposada, lenta, que obliga a leer pausadamente. A ratos, demasiado pausadamente.
Ideal para unas vacaciones tranquilas.
Comentarios
Publicar un comentario