El ministro de justicia de Suecia recibe una tarjeta con un
número de teléfono, en el que escucha un mensaje informándole de que le restan
sólo dos semanas de vida. No se lo dice a nadie, aunque su hija y su exmujer
(Mina, oficial de policía), que le acompañaban, ven que algo le ha turbado
profundamente. Vincent, mentalista que ha colaborado con el departamento de
homicidios, y cuyos sentimientos por Mina siguen siendo muy fuertes, recibe
también mensajes codificados de alguien desconocido amenazándole a él y a su
familia. La aparición de un esqueleto humano en los túneles del metro de
Estocolmo pondrá del revés a todos los miembros de Homicidios, que para
resolver el caso deberán luchar contra el reloj y contra sus problemas
personales.
Autores: Camilla LÄCKBERG y Henrik FEXEUS – Editorial: PLANETA. Barcelona, 2024 – Páginas: 720 – Género: Novela policiaca – Público: Adultos
Cuando terminé esta novela, tuve
la impresión de que a mi alrededor sonó un redoble de tambores, y al cerrar el
libro un tremendo sonar de todos los instrumentos a la vez, porque esta novela,
final de la trilogía que empezó con El
Mentalista y siguió con La
Secta, es uno de los finales más épicos, en cuanto a novela negra o
policíaca, que he visto en mi vida. Y, es más, me atrevo a decir que estas
trilogía es posiblemente la mejor en su género en lo que llevamos de siglo. Lo
que han construido en estos últimos tres años Camilla Lackberg y Henrik Fexeus
es absolutamente brillante, y confío en que continúe su colaboración en los
próximos años.
Se acerca la Navidad, y el
ministro de Justicia sueco decide reunir para una cena a su a su hija
adolescente y a su exesposa. Ésta no es otra que Mina Dabiri, la agente de
Homicidios de las dos novelas anteriores, la hipocondríaca que piensa que se va
a contaminar con cada cosa que toca. La cena transcurría con normalidad, cuando
a los postres el ministro recibe un mensaje: una tarjeta con un número de
teléfono. Cuando llama, le aparece un mensaje en el que le informan que le
quedan dos semanas de vida. Lo extraño es que no va a hacer nada, ni informar a
la policía; irá arreglando las cosas para cuando no esté.
Por otro lado, en un túnel de Metro
de Estocolmo aparecen unos huesos humanos. Nadie sabe de quién son. Las
primeras investigaciones forenses indican que pueden ser de un importante
financiero desaparecido hace tiempo. Pero, ¿por qué están tan limpios los
huesos, sin restos de carne? Cuando la policía adolece de pruebas o
información, deciden acudir de nuevo a Vincent Walder, el mentalista. Pero éste
tiene también que luchar contra sus propios fantasmas, que esta vez aparecen en
forma de mensajes anónimos que recibe en su casa, donde ya no se siente seguro.
El argumento se extiende mucho
más, y con ramificaciones, fáciles de seguir para los que han leído los libros
anteriores (creo que sin ellos no es posible seguir el argumento de éste).
Recientemente vieron morir a un compañero, lo que afecta a todos ellos, y cada
uno tiene, por otro lado, problemas personales que no ha resuelto: la jefa del
departamento acaba de regresar después de dar a luz, Ruben aún no es capaz de
comprometerse con ninguna mujer pero quiere dejar su adicción al sexo… Veremos
cómo evolucionan los personajes que conocemos bien, porque ya nos son
familiares de las novelas anteriores. No siempre su vida se resuelve de manera
satisfactoria, pero van mejorando.
Y las dos tramas, la de la
posible muerte del ministro y la del esqueleto en el túnel del Metro, que
forman la columna vertebral de la novela, son, sinceramente, muy brillantes.
Camilla Läckberg es muy buena autora, y sabe lo que hace cuando plantea las historias.
Quizá puede resultar un tanto descabellada la solución final; para que la
historia sea como la cuentan, tienen que darse muchísimas casualidades. Pero
eso no lo piensas mientras avanzas páginas, cada vez con mayor emoción. Y el
giro final… Otra vez mis oídos escuchan el redoble de tambores. No lo veía
venir.
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