En 1981, un niño de
siete años, Daniel Miller, desaparece en Manhattan. Su búsqueda resulta
infructuosa, para desesperación de sus padres. Treinta años después, en
diciembre de 2011, los periodistas de investigación Miren Triggs y Jim Schmoer,
que continúan en su búsqueda de historias de personas desaparecidas, conocerán
la de este niño y comenzarán las investigaciones. Mientras tanto, Miren sigue
luchando contra sus demonios internos, y enfrentarse a lo que ha podido pasarle
a Daniel y a otros desaparecidos de la zona pondrá a prueba su capacidad de
resistencia y su amor creciente por Jim, que desea ayudarla, aunque la mujer
piensa que es imposible que alguien consiga resolver su drama interior.
Autor: Javier CASTILLO – Editorial: SUMA. Barcelona,
2024 –
Páginas: 448 – Género: Novela policiaca – Público: Adultos
Leo todo lo que sale de la pluma
de Javier Castillo (Málaga, 1987), desde que cayó en mis manos La
chica de nieve, cuando aún no se había convertido en un exitazo
monumental, con su serie de televisión y todo. Aquí he reseñado varias de sus
novelas, como El
cuco de cristal o Todo
lo que sucedió con Miranda Huff. Es un autor que, a nivel personal, me
cautiva por su forma de tejer las tramas, enredando al lector de un lado a
otro, deshaciendo la historia como quien quita capas de piel a una cebolla, con
giros inesperados y su buena dosis de suspense.
En esta ocasión, el autor cierra
de algún modo el ciclo que inició con La chica de nieve, y continuó con
la durísima El juego del alma. Sus protagonistas son los mismos, Miren y
Jim, la joven periodista con traumas de infancia no resueltos, y su paciente
profesor (y en ocasiones amante). En la novela, el libro que ambos han escrito
después de El juego del alma se está vendiendo muy bien, pero su agente
les está forzando a que empiecen otro cuanto antes. Miren quiere tomarse un
descanso, pero Jim recibe la visita de un antiguo agente del FBI, hoy jubilado,
cuyo hijo de siete años desapareció hace treinta y no han vuelto a saber de él.
Miren y Jim, al tiempo que
intentan solucionar sus problemas personales, empiezan a repasar los antiguos
papeles del caso. Pronto Miren encuentra una posible pista, que le lleva a
conectar de nuevo con algunos de los protagonistas primeros: la profesora que dio
clase al pequeño Daniel, el antiguo director del instituto…
Poco a poco la trama va tomando
forma. Y vuelve el mejor Javier Castillo a hacer lo que mejor sabe: enredar al
lector. En esta ocasión, como creo que pasa en la trilogía de Miren y Jim, desarrolla
un thriller rebuscado, variado, con personajes dolidos y traumados, junto con
otros de gran carga dramática. Aviso, por si acaso, que encontraremos una
subtrama de pederastia y abusos a niños, lo que siempre resulta difícil de leer.
El autor omite descripciones, pero lo expone, si bien de forma delicada.
Reconozco que esta vez lo que
menos me gustó fue el final de la novela. Parece, o al menos así lo reconoce el
autor, que cierra la trilogía. Pero no lo deja todo resuelto. No quiero decir
más, para no desvelar nada, porque creo que es así como se debe reseñar todo lo
que escribe Javier Castillo: con la mínima información. Así los laberintos que
crea en la novela, los enigmas del argumento, los momentos más hipnóticos de la
historia (que los tiene) podrán ser saboreados desde cero. Es cierto que la
historia es muy oscura, incluso negativa, como lo eran las otras dos
anteriores, y que los traumas de Miren, ahora desvelados, son tristes. No
ocurre igual en otros libros del mismo autor. Pero Javier Castillo no defrauda,
en otra novela redonda, que no defrauda.
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